Por Eduardo Sigal*
En estos días, y cuanto más se acerca la final del mundial de fútbol,
todos los argentinos estamos cada vez más metidos e involucrados, palpitando
cada partido.
Como es lógico, cada pueblo defiende su lugar y analiza la actuación de
su equipo. Todos nos transformamos en más conocedores y expertos en el tema de
lo que éramos antes del inicio del torneo. Todos queremos que nuestro equipo
gane.
Llegamos a las finales y vivimos una enorme alegría y hacemos fuerza
para salir campeones.
Hasta aquí, de manera simplificada, lo lógico, lo natural, en un
mundial.
Lo que quiero compartir con ustedes es lo ilógico que estoy viendo. No sé
si empezaron los brasileros o nosotros, si nos fuimos dando manija o si nos
ponemos todos un poco más irracionales. Me duele la confrontación, la puja sin
límites entre hermanos de la región, incluso al límite de que parece mejor que
gane otro a que lo haga uno de nosotros.
Es cierto que durante más de un siglo y medio se fomentó la puja entre argentinos
y brasileños, pero llevamos 30 años de democracia discutiendo y tratando de
construir un destino común, no sin dificultades. No somos absolutamente
complementarios, en muchas cosas competimos, entre ellas en el fútbol. Lo que
no debemos perder es la racionalidad.
Siento que es realidad que hay días que valen por años, para avanzar o
para retroceder. Si no paramos esta espiral podemos perder años de lo construido
en cultura de integración, en generar confianza, en aprender que en este mundo
global si queremos defender nuestros intereses tenemos que esta unidos,
integrados, desarrollando nuestras complementariedades.
Así lo consideraron y construyeron Lula y Néstor; sabiendo que muchas
veces nadaban contra la corriente; lo importante tenía que ver con la
convicción, y a partir de ello se dialogaba para vencer las dificultades que
siempre existieron y existirán.
Hay intereses poderosos que quieren ver lejos que Argentina y Brasil se
integren, saben que unidos somos un factor de ordenamiento de América del Sur
en la defensa de nuestros derechos e intereses.
Ojo compañeros de la izquierda, del campo nacional y popular, no es
gracioso lo que está ocurriendo en estos días, no subestimemos el fenómeno.
También son vueltos que las corporaciones mediáticas de aquí y de allá nos
están devolviendo. Desde la cultura popular también se trata de incidir sobre
los acontecimientos populares. Es la batalla por el sentido común la que, creo,
nos están ganando en estos días. Puede costar mucho para nuestro futuro.
Todos queremos que Argentina gane el domingo; yo quiero que Brasil gane
el sábado, y espero que pase lo mismo con la mayoría de los Brasileños con
nosotros.
Es una batalla más, pero es una batalla en la que no me resigno; no sé
cuantos compartirán mi opinión, pero no la quiero dejar pasar.
*Ex Subsecretario de Integración Económica de la Cancillería
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