jueves, 29 de octubre de 2015

Segunda vuelta: ¿Qué harán la izquierda y el progresismo?





Por Eduardo Sigal *
(Publicado en Pägina/12)
El último resultado electoral sacudió el escenario político y puso a la luz un país diferente. Se votó y no hubo problema de ningún tipo, la ciudadanía se expresó libremente como pocas veces. El sistema democrático y republicano, más allá de los agoreros del fraude, salió fortalecido.

Ahora vamos a segunda vuelta el 22 de noviembre y a elegir u optar entre dos candidatos que expresan propuestas, estilos y modelos de país diferentes. Frente a esta realidad no creo posible la indiferencia, menos para el electorado de izquierda o progresista, en general preocupado por los destinos del país e informado más allá de los medios hegemónicos de comunicación.

Los amigos del FIT, que en mi opinión hicieron una excelente elección, se van inclinando por el voto en blanco, o sea un voto testimonial que no se cuenta a la hora de favorecer una alternativa y por lo tanto ayuda al que salga primero. En el supuesto de que gane Macri, los dirigentes de ese espacio estarían ayudando a una clase social y a una propuesta política claramente antagónica al ideario que pregonan. Ustedes saben muy bien que más del 3 por ciento de los votos pueden hacer que gane uno u otro candidato. Una pregunta válida sería: ¿A quién favorecerá mejor la lucha de clases y cuánto tienen que sufrir los trabajadores para tomar conciencia y cambiar las cosas?

Estoy convencido de que es un error pensar que cuanto peor mejor. El rol de la política popular, proletaria o burguesa es ganar la conciencia del pueblo y transformarla, en un caso en protagonismo popular y en el otro en un mero acompañamiento pasivo de la hegemonía del empresariado.

En democracia, las luchas pueden terminar en conquistas que mejoren las condiciones de vida del pueblo, y estos años así lo demostraron. Recordemos, por ejemplo, que la asignación universal por hijo vino precedida por millones de firmas, en petitorios, movilizaciones a lo largo y ancho del país y un debate popular fenomenal. Hoy millones de chicos pueden ir a la escuela y tienen acceso a mejor alimentación gracias a ella. Los jubilados, se podrá decir que no están como quisiéramos, pero: cuánto han cambiado desde las marchas semanales al Congreso por un haber de 450 pesos. Esa lucha logró que terminemos con las AFJP y que recuperemos el sistema jubilatorio estatal, que los haberes se ajusten cada 6 meses y que seamos un país con 97 por ciento de jubilados entre los que estén en edad de hacerlo. Son sólo dos de muchos ejemplos que podríamos tomar. Quiero decir que el protagonismo popular puede verse fortalecido si tiene gobiernos que escuchen los reclamos y que no sólo respondan con palos, como el de Macri en el Hospital Borda.

¿Se imaginan los amigos progresistas qué hubiera hecho Macri en la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata cuando se dijo “no” al ALCA? Lo más probable es que hubiese estado del lado del presidente Bush. Como verán, no todo es igual.

La conciencia tiene mejores condiciones de desarrollarse si uno no está solo preocupado por conseguir trabajo y ver qué llevar a la mesa todos los días. Tener posibilidad de organizarse, reclamar y ser escuchados es más probable con gobiernos populares que aristocráticos.

Ser progresistas es ayudar a que las reformas en el sistema democrático permitan a nuestro pueblo vivir mejor. Me cuesta pensar que alguien que haya votado por esa alternativa piense que Macri está más cerca de su ideario que Scioli.

Me atrevo a decir estas cosas porque soy un militante que provengo de la izquierda tradicional y siempre busqué la unidad y el reencuentro entre lo nacional, popular, de izquierda y latinoamericanista. Siempre me obsesionó superar la antinomia peronismo e izquierda que nos divorció prácticamente la mayor parte del siglo XX y estoy convencido de que ese fue el sentido más profundo del camino emprendido por Néstor Kirchner en 2003.

A la hora de ver dónde estarán los sectores populares, dónde estarán la mayoría de los sectores que empujan un cambio en sentido progresivo, no cabe duda de que estarán votando por Scioli y Zannini. No sólo esperando que se respeten sus derechos y se avance en nuevas conquistas, sino preparados para desplegar la organización y el protagonismo que permita defender y profundizar este proceso democrático y popular.

* Dirigente del Partido Frente Grande.