sábado, 23 de junio de 2012

Démonos la chance de seguir avanzando

Por Eduardo Sigal Presidente Fundacion Accion para la Comunidad. Miembro del Frente Grande Los argentinos tenemos metida una extraña idea de que la Constitución es algo casi eterno, inamovible y que si se nos ocurre pensar una reforma constitucional cometemos un sacrilegio. ¿Por qué será así? ¿Por qué países como Brasil modificaron su Constitución 72 veces en 22 años o México cientos de veces o Alemania 40 veces en 60 años? ¿Será que a los sectores dominantes de la Argentina les aterra pensar que pueden perder privilegios con una reforma? Lo concreto es que un conjunto de dirigentes políticos, sociales, intelectuales, hemos decidido impulsar un debate, que atraviese todos los estratos sociales y nuestra inmensa geografía para pensar qué país tenemos y qué país queremos, y ver si esta Constitución que está próxima a cumplir 160 años es o no una traba para abordar los desafíos del siglo XXI. Lo hacemos convencidos de que toda generación tiene derecho a ser protagonista de su futuro y no solamente actores de reparto de lo que otras generaciones pensaron. Mas del 42% de la población actual no participó ni siquiera en la reforma amañada por el Pacto de Olivos de 1994; estamos hablando de casi 1 de cada 2 ciudadanos que no tuvieron la posibilidad de hacerlo. Entonces, ¿por qué no abrir esa posibilidad? Mucho han cambiado el mundo, América y la Argentina en estos tiempos históricos. Démonos la posibilidad de discutir, dialogar, pensar, y seguramente el resultado será un enriquecimiento para todos y una nueva posibilidad de seguir avanzando. Aquí se pueden ver todas las opiniones publicadas por la revista XXIII

El futuro del Mercosur

El Mercosur fue concebido en los ´80 bajo un enfoque dedicado a desarrollar procesos de paz y democracia en la región. Diez años después se constituyó formalmente, ya en pleno apogeo del Consenso de Washington y de las ideas del neoliberalismo, y sus documentos constitutivos –los tratados que le dieron origen- están signados por esa impronta de época. Por lo tanto, su eje central pasa por el comercio, su meta es la libre circulación de bienes y servicios, pero no se ocupa del tema producción. Es precisamente esa carencia la que fuimos ajustando con el nuevo siglo -Producción. Medio Ambiente. Recursos Naturales- amparando su defensa integral e intentando garantizar una mayor participación de la sociedad civil en las definiciones. De modo que el Mercosur, como suele decir el Presidente Mujica, fundó un espacio de “carácter fenicio” por cuanto todo se medía en función de lo que te compro y te vendo, cuánto me queda y el resto no interesa. Ese era el razonamiento de los ’90. Razonamiento tan equivocado que aunque el comercio haya crecido, los países se fueron a pique. Desde 1991 a 1998 las exportaciones argentinas al interior del bloque crecieron en un 280% y sin embargo fue el período en el que más empresas cerraron y cuando más creció el número de desocupados. De manera que si bien el comercio se acrecentó, nuestra producción se fue “primarizando”. Y cuando ello ocurre, como sucedió, no hay valor agregado ni generación de empleo de calidad, no se desarrolla la ciencia ni las tecnologías vinculadas a los procesos productivos. “De ahí que nuestra mirada debe ir más lejos. No debe concentrarse sólo en la marcha del comercio, que de por sí es una gran palanca de crecimiento pero no lo es todo. Esa fue una de las grandes falacias que nos inculcó Estados Unidos y su necesidad de ampliar su horizonte comercial con las cuatro letras –ALCA- que definían su ambición: El libre comercio de las Américas”. Comercio y Producción Adecuar el Mercosur a las necesidades del siglo XXI – sostiene Sigal- requiere “pensar en otras variables. Esencialmente en la producción”. En la integración productiva. En el desarrollo de nuestras cadenas de valor; en la complementariedad de nuestras industrias. “Eso es lo que hace indestructible a los procesos de integración”. Y para ello, en primera instancia, es menester arbitrar “una política que privilegie el equilibrio entre las economías de mayor rango –Brasil y la Argentina- hacia las economías de menor desarrollo, en tanto deberíamos trazar una política más permisible y solidaria hacia el desarrollo industrial de Paraguay y Uruguay”. Ocurre que no hay posibilidades de sostener un proceso de integración sin un desarrollo industrial y científico / tecnológico armónico entre todos los países, así como no puede haber una verdadera integración entre un Brasil industrial y una Argentina agropecuaria. Nuestro país no lo acepta. En igual medida, si no consideramos estas cuestiones como política de los grandes hacia las economías más pequeñas, y en consecuencia no ayudamos a equilibrar nuestras asimetrías, el camino hacia la integración no se va a profundizar. Lea aquí el artículo completo publicado en la revista Informe Industrial.

viernes, 15 de junio de 2012

Charla sobre Constitucionalismo Social

El Presidente de la Fundación Acción para la Comunidad, Eduardo Sigal, y el constitucionalista Alejandro Médici, disertaron en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata en un seminario sobre "Constitucionalismo Social" organizado por la Agrupación Abogados por la Justicia Social. Médici realizó un análisis comparado de las constituciones liberales de Latinoamérica, experiencias como la de Argentina en 1949 y las Cartas Magnas sancionadas en Venezuela en 1999, Bolivia en 2008 y Ecuador en 2009. Por su parte, Sigal se centró en los ejes sobre los cuales debería, su juicio, girar la reforma promovida por las organizaciones que promueven un cambio constitucional en nuestro país. El disertante dijo que el orden jurídico actual "no está a tono con las transformaciones de Argentina y Latinoamérica" acontecidos en la última década.