miércoles, 29 de junio de 2016

Saudades de la derecha latinoamericana



El sueño del “fin de ciclo” progresista en América Latina estaría más cerca de concretarse si se consolidara el gobierno “parlamentario” en Brasil, y si en Venezuela la oposición lograra una revocación del mandato de Nicolás Maduro. El gobierno argentino ya está en manos de la derecha más despiadada que haya gobernado el país desde la restauración democrática, y el panorama regional es más complicado para los sobrevivientes de la ola popular de la década pasada, entre ellos Evo Morales, quien perdió una elección que le hubiera permitido presentarse para cumplir un nuevo mandato al frente del Estado Plurinacional de Bolivia.
El panorama negativo para las fuerzas políticas populares no es consecuencia de la necesidad de “combatir a la corrupción” y llevar al poder a Presidentes “republicanos”, “tolerantes” y “respetuosos” de la división de poderes, como lo demuestran grotescamente los antecedentes en materia penal-tributaria de Mauricio Macri, gran parte de sus familiares y amigos ligados a sus negocios y el ministro Alfonso Prat Gay, quien “administraba” cuentas secretas en la banca suiza de la magnate Amalia Lacrozede Fortabat.
 
La “división” de poderes predicada en sus discursos no ha impedido tampoco al macrismo gobernar en favor de los especuladores y empresas transnacionales a fuerza de decretos de dudosa “necesidad y urgencia”, e incluso de intentar una suerte de “golpe” contra la Corte Suprema de Justicia con el nombramiento ilegal de dos magistrados.
La dirigente social Milagro Sala permanece casi como una detenida “a disposición del Poder Ejecutivo” de la última dictadura, y magistrados como Claudio Bonadío avanzan contra los “enemigos” de la restauración conservadora haciendo caso omiso a las leyes y normas de procedimiento más elementales. El objetivo es seguir hostigando a las
figuras más representativas del anterior gobierno para impedir el “regreso” al poder de los responsables del ciclo político más virtuoso en materia de generación de riqueza nacional, empleo, y distribución progresiva del ingreso que haya vivido la Argentina, al menos en el último medio siglo.
 
El ciclo político predominante en la primera década de este siglo, como lo recuerdan Alvaro García Linera y Emir Sader en este número, será una referencia ineludible para las generaciones actuales y futuras, de allí la necesidad de la derecha de deslegitimarlo, con la ayuda de personajes grotescos y corruptos como el ex Secretario de Obras
Públicas José López, para evitar la continuidad o el regreso del “populismo” en nuestro subcontinente. La derecha sudamericana tiene “saudades” de las políticas derivadas del Consenso de Washington, que subordinaron al continente entero a los caprichos de una potencia que hoy se encuentra en lenta decadencia que quiere amortiguar a partir de un acceso irrestricto a las riquezas de nuestros países.