martes, 7 de agosto de 2012

Siguiendo con Mujica

El 9 de julio, en el diario Pagina 12, publiqué una columna de opinión que bajo el titulo “Los Desafíos de Mujica” ponía en duda si estábamos pensando lo mismo sobre como repensar el Mercosur para ponerlo de cara a los desafíos del Siglo XXI. Días atrás, leí en el semanario Búsqueda de Uruguay que el presidente Mujica informó que le planteó a la Cancillería "la revisión de todos los documentos" como el Tratado de Ouro Preto y el de Asunción, entre otros, para "ponerlos arriba de la mesa" del bloque "porque fue hecho en un momento histórico y debe haber cosas que sirven y otras que no". Decididamente digo ahora que comparto la opinión del Presidente Uruguayo. Si queremos avanzar en materia de integración debemos romper los corsé pre existentes de la hegemonía neoliberal de la década del 90 del siglo pasado. Valorar y capitalizar lo hecho, no tirar nada por la borda pero sabiendo que tenemos nuevos desafíos. Mejorar nuestro intercambio comercial aun más, y digo aun mas ya que en estos 21 años de Mercosur hemos sido capaces de multiplicar por 12 nuestro comercio, pasando de U$S 4.000 millones de 1991 a mas de U$S 50.000 millones en 2011, siendo un comercio con alto valor agregado, ya que lo fundamental son manufacturas de origen industrial o agropecuaria, habiéndose desarrollado una enorme complementariedad en nuestros procesos productivos, particularmente entre Brasil y Argentina que deberemos seguir profundizando, me refiero particularmente al sector automotor pero también a otros. Dijimos coincidiendo con Mujica que no queremos un Mercosur Fenicio, pero también tenemos que tener claro que el comercio es un motor fundamental para nuestro desarrollo y para lograr inclusión social si lo pensamos desde el valor agregado de los procesos productivos y no como en los 90 desde la primarización de nuestra producción y comercio. Dicho esto me surgen nuevas dudas cuando Mujica dice que debemos pensar en la integración sudamericana haciendo confluir Mercosur con Unasur. No tengo ninguna duda y comparto el sentido político de esta afirmación, no lo tengo tan claro en cuanto a su factibilidad material. Digo esto sabiendo que no es sencillo para los presidentes articular sus complicadas agendas y a veces la superposición temática que se da en estos organismos, sobre todo en materia de cuestiones políticas, cuando digo cuestiones políticas me refiero en sentido amplio a los problemas de educación, salud, medio ambiente, migración, defensa de la democracia y de la libertades, etcétera. Sin embargo creo que hay campos bien definidos entre Mercosur y Unasur desde que en 2004 se tomo la determinación de avanzar en el proceso sudamericano. Financiamiento de la integración (Banco del Sur), libre circulación de las personas (facilitación migratoria), integración energética, defensa del medio ambiente y de nuestros ecosistemas como temas medulares. Nunca hablamos a fondo en Unasur de temas de comercio, sabiendo de que conviven en la región dos concepciones en materia arancelaria y de tratados de libre comercio, como así también en cuanto a políticas de desarrollo y de inclusión de valor agregado a nuestra producción. Algunos países del Pacifico de América prefieren seguir con enfoques más parecidos a los del Conceso de Washington, bajísimos o nulos aranceles y ser principalmente exportadores de materias primas y fuertes importadores de productos elaborados. Ese modelo en grandes países como Argentina trajo secuelas enormes de desocupación, marginación y atraso, poniendo en peligro la propia institucionalidad democrática, basta recordar el año 2001. En síntesis, no veo posible que hablemos de unir ambos procesos de Unasur y Mercosur, si de que marchen en forma complementaria y en muchos aspectos confluyentes. Por lo menos mientras subsistan estas dos concepciones de cómo pararnos frente a los desafíos de este mundo global. Eduardo Sigal

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